La realidad en la que nos encontramos inmersos, desde el punto de vista de la logística – y, por qué no decirlo, desde muchas aristas -, es más compleja que nunca. Formamos parte de un entorno en el que, como consumidores, demandamos sencillez e inmediatez y, como empresarios, rentabilidad.
A priori, nada ha cambiado. La oferta y la demanda siempre se han mantenido en esa suerte de equilibrio, con sus más y sus menos. Sin embargo, la transformación del paradigma logístico está colocando a nuestro sector como protagonista del debate, mostrando ambas caras de una misma moneda.
Si bien la distribución es esencial para el buen funcionamiento de la economía y la sociedad, aproximadamente el 25% de las emisiones totales de gases contaminantes proceden del transporte de mercancías. Además, este sistema también es responsable del 20% del tráfico en las ciudades.
Ahí es donde reside el desafío: en cumplir con una demanda creciente de manera sostenible en términos económicos y medioambientales. Es entonces cuando entra en juego el término crowdshipping.
¿Qué es el crowdshipping?
Presentada como una opción plausible y clave para superar el reto de la última milla, el crowdshipping es un sistema de distribución que basa su funcionamiento en lo que otras tantas vías de negocio avalan: el uso de redes sociales y plataformas para colaborar y compartir bienes y servicios.
Aplicada a la mensajería, esta tendencia aboga por aprovechar el viaje de una persona para que lleve un paquete a otra que se encuentra en su camino a cambio de una retribución. La idea es que un ciudadano cualquiera, en un trayecto rutinario, entregue a otro un paquete que ha comprado, por ejemplo, en el ecommerce de una tienda.
Las raíces de su popularización
La entrega a domicilio ya no es un servicio discutible. Sin embargo, la comúnmente conocida como distribución capilar tiene, como cualquier otro modelo, sus limitaciones.
Por un lado, integrar la logística de la entrega en la empresa suele ser muy costoso en términos humanos y financieros. Es necesario emplear recursos humanos y físicos para realizar esta operativa.
Por otro, la capacidad de cumplir con los estándares de flexibilidad y rapidez que demanda el mercado es, cada vez, más complicado. Respecto a esta cuestión, tanto los negocios tradicionales como las plataformas de delivery suelen centrar sus servicios en ciertas ubicaciones haciendo que, a poco que se salga del núcleo urbano, los envíos en 24 o 48 horas sean más bien un concepto a desarrollar que una realidad.
Así, aunque no esté libre de un margen de mejora amplio, el crowdshipping se presenta como una solución más asequible y flexible, caracteriza por:
- - Favorecer a propietarios de tiendas y a consumidores.
- - Estar disponible tanto en zonas urbanas como rurales.
- - No tener límite de entrega o franjas horarias – estos se discuten entre particulares -.
- - Ser ágil y adaptable a las variaciones del volumen de la cesta.
Una logística asentada en la colaboración
Como bien indicamos al comienzo de este artículo, esta tendencia nace de dos modelos. El primero es la ‘uberización de la logística’, es decir, el auge de las plataformas de delivery que apuestan por el uso de apps y sistemas de comunicación que coordinan a cientos de personas para sacar adelante múltiples pedidos simultáneos.
El segundo, más que industrial, es económico. Hablamos así de la economía colaborativa, un sistema que apuesta por que los usuarios se aprovechen de las nuevas tecnologías para prestar, comprar, vender, compartir o alquilar bienes o servicios.
Así, el crowdshipping es un modelo que depende de la confianza mutua, como cualquier rama de la economía colaborativa, y de esa confianza nacen redes más fuertes, relaciones más cercanas y un sentido de pertenencia que se ha demostrado fundamental en la logística.
En resumen, se trata de un concepto al que tendremos que prestarle atención y estar atento a su desarrollo, considerando que podría ser determinante para la logística de última milla en los próximos años.